Por Juan Varela, director y fundador del INFFA.
El ideal de vida que Dios nos marca con la creación del matrimonio y la familia en el contexto de la creación en Génesis, al comenzar a encarnarse en el contexto cultural de la civilización comienza a sufrir alteraciones y cambios.
Desde el principio de los tiempos y especialmente en las últimas décadas, la aceleración en los cambios sociales ha sido vertiginosa, la ética bíblica hace tiempo que dejó de ser el principio rector, de tal forma que hoy en día no podemos tener una definición “cerrada” de familia tal y como la hemos entendido hasta la década de los 80, es decir: padre, madre, hijos y familia extendida (abuelos, tíos, primos etc.) La nueva realidad social abre la puerta a numerosas formas de entender el concepto de familia, cada vez más alejadas de los parámetros bíblicos.
Bajo una perspectiva dentro de la historia bíblica, vemos como la estructura familiar fue variando su composición. En la época patriarcal se entendía bajo el concepto de clan, que incluía la convivencia del padre como patriarca[1] sus propios hijos y al menos la generación siguiente de estos, junto con los esclavos que eran considerados parte de la familia[2]. Dichos clanes formaban las tribus que eran agrupaciones de familias unidas mayormente por lazos de parentesco y consanguineidad. Así, con la familia como principal sistema, las 12 tribus formadas por los hijos de Jacob, acabaron conformando la nación de Israel. Clan, tribu, nación. Con el paso del tiempo muchas funciones educativas fueron traspasadas al ámbito de la legislación civil a medida que las sociedades se iban organizando. La propia organización arquitectónica de las ciudades limitó el espacio vital de convivencia, que añadido a la transformación social en la normalización de asuntos como el divorcio, el enfoque laboral y el abandono de la maternidad como prioridad familiar, fue provocando la evolución de la familia extensa, hacia el concepto de familia nuclear.
Hasta la década de los ochenta el modelo familiar normativo era el constituido por la familia tradicional, o más exactamente por la familia natural[3], compuesta por los padres, los hijos y en la mayoría de ocasiones por los familiares en su primera generación (abuelos, tíos). A partir de la revolución sexual a final de los años sesenta y de la llegada de la postmodernidad en los ochenta, se producen cambios estructurales en el concepto de lo que es familia. El cambio más drástico, no es un cambio de continente (número de miembros que la forman) sino de contenido (quienes la pueden formar). No se trata de variar el número de los miembros del entorno familiar, sino de ampliar a otros supuestos distintos al de pareja heterosexual, la propia concepción natural del concepto de pareja. Es decir, los nuevos modelos familiares se caracterizan por la pluralidad de formas de convivencia no sujetas a ninguna restricción moral o ética. Esta nueva realidad abre la puerta a un amplio abanico de formas de convivencia familiar, con las que podemos no estar de acuerdo, pero que en muchos países ya tienen carta de legalidad, y por tanto debemos conocer y respetar, aunque no las compartamos.
Históricamente la familia se ha fraccionado en tres grandes ramas:
Familia extensa o polinuclear. Formada por el clan familiar incluyendo varias generaciones. Propia de la época patriarcal y de la cultura oriental, donde el padre de familia ostentaba la autoridad manteniendo la unidad familiar, que se extendía a las familias de sus hijos y aún a las familias de los esclavos que estaban a su servicio. Con el paso del tiempo fue reduciéndose en su contenido hacia el concepto de familia nuclear.
Familia nuclear. Más reducida a padres, hijos, y si cabe a los abuelos. Llegó con la revolución sexual de los años 60, que provocó la emancipación de la mujer y su incorporación al mundo laboral, reduciéndose de esta forma el número de hijos por familia, y normalizándose las instituciones de la tercera edad u hogares de ancianos.
Familias postnucleares. Es el nuevo concepto de familia producto de la sociedad posmoderna y la modernidad líquida, donde ya no hablamos de un cambio de continente (mayor o menor número de miembros) sino de un cambio de contenido, pues se varía la propia concepción del concepto de pareja o matrimonio, abriendo la puerta a otras formas de convivencia.
Bajo estas estructuras históricas, pasamos a enumerar los nuevos modelos de familia que hoy existen:
Familias monoparentales. Formadas por sólo uno de los progenitores y por los hijos. No nos referimos tanto a personas que se hayan quedado viudas y al no volver a casarse no tengan otro remedio que vivir la “uniparentalidad” como algo impuesto, sino a personas (mayormente mujeres) que deciden vivir la maternidad o la adopción, sin plantearse ningún tipo de unión estable con su pareja y prefiriendo como familia el modelo monoparental.
Familias reconstituidas. Aquellas parejas que se forman después de divorcios o rupturas anteriores y aportan al nuevo matrimonio los hijos habidos en sus relaciones pasadas.
Familias formadas por parejas de hecho. Aquellas parejas que conviven “de hecho” pero no han legalizado su situación como matrimonio “de derecho”, pues de hecho conviven aunque no hayan constituido un matrimonio legalizado vía civil o eclesiástica.
Familias homoparentales. Aquellas familias compuestas por parejas del mismo sexo y que ya en muchos países cuentan con reconocimiento legal y con la posibilidad de adoptar hijos.
Familias comunitarias. Se trata de “familias” formadas por jóvenes que desarraigados de su hogar o familia origen, se emancipan y viven agrupados formando comunidades o tribus urbanas.
Familias genéticas.xº Familias formadas por la manipulación genética. Si la ciencia en este campo, sigue su avance sin una clara regulación ética, podrían darse en un futuro cercano familias a la carta, donde los progenitores elijan las características de sus futuros hijos y donde se abra la puerta al mercado de los niños probeta, y a otras posibilidades como la maternidad subrogada, etc.
Dentro de la absoluta permisividad y falta de límites de nuestra cultura de la modernidad líquida, nos vemos obligados a mencionar uniones extremas que están consiguiendo reconocimiento para ser aceptadas como nuevas formas de matrimonio. Nos referimos a personas que se han casado con objetos inanimados[4] (casas, piedras, automóviles, etc.), personas que se han casado con animales[5] en lo que ya se denomina la ley de zoofilia igualitaria[6], o el concepto de polimatrimonio donde 3 o más personas se casan[7]. A partir de aquí y cuando las puertas están abiertas de par en par, asistiremos a toda clase de uniones, muchas de ellas aberrantes, pero que acabarán teniendo carta de legalidad. A veces la realidad supera la ficción…
Autor: Juan Varela es Diplomado en Teología por el IBSTE en España y licenciado por el SETEHO en Honduras. Cursó estudios de postgrado en Intervención Familiar Sistémica en el “Centro KINE”, en Intervención en los Trastornos Sexuales en el “Centro Carpe Diem” y de Mediación Familiar en la Universidad de Sevilla.
Ha ejercido como pastor en Palma de Mallorca, co-pastor en Zaragoza, y misionero en Honduras. Fundador y Director Nacional del Instituto de Formación Familiar y Presidente del Centro de Orientación y Mediación Familiar COMEFA en Sevilla. Director en España (2007-2011) del programa De Familia a Familia de AGAPE. Ha escrito y publicado diversos libros y es conferenciante y colaborador habitual sobre temas de familia de diversas publicaciones en España, Latinoamérica y los Estados Unidos.
Imagen: Foto de Ketut Subiyanto en Pexels
[1] El padre de familia, al mezclarse el pueblo hebreo con otros pueblos paganos y sus costumbres, desoyendo el mandato bíblico, podía tener varias esposas, aunque la poligamia nunca fue el plan original de Dios y el propio Jesús la desaprueba. Mt.19:8
[2] El término familia proviene del latin famulus (sirviente, esclavo). En tiempos antiguos la familia comprendía todos los miembros consanguíneos, implicando una unidad doméstica entera incluyendo a los criados que vivían bajo el mismo techo.
[3] Nos resistimos a utilizar el término “tradicional” pues entendemos que la familia mal llamada tradicional no lo es por imposición de la cultura (tradición) sino por la propia voluntad de Dios. Preferimos utilizar “familia natural”.
[4] Objetofilia
[5] Lo cual fácilmente puede derivar en bestialismo
[6] Canadá acaba de legalizar el sexo con animales, siempre y cuando no haya penetración…
[7] En Brasil ya se han registrado al menos 2 bodas de 3 personas (3 mujeres en el último caso) En junio de 2017 en Medellín 3 hombres ante notario legalizaron su relación como “constitución de régimen patrimonial de trieja”