La familia: de los modelos de la cultura al propósito de Dios

La Familia: De los Modelos de la Cultura al Propósito de Dios

En un mundo que avanza rápidamente, donde las normas y los valores parecen estar en constante evolución, los cristianos tenemos la firme convicción de que nuestra misión es vivir y enseñar el modelo de familia que Dios ha establecido desde el principio. Este modelo, reflejado en las Escrituras, no es solo una propuesta cultural, sino un propósito divino que guía nuestra vida y nuestras relaciones.

A lo largo de la historia, los cristianos han sido defensores incansables de la justicia, la igualdad y la dignidad humana. El cristianismo ha jugado un papel crucial en la lucha por la libertad, la equidad y la construcción de sociedades democráticas, tal y como lo demuestra el legado de hombres y mujeres de fe que han desafiado los sistemas opresivos de su tiempo. Si hoy podemos disfrutar de sociedades más justas y plurales, es gracias a la perseverancia de aquellos que han sostenido los valores del Evangelio, aún en medio de la adversidad.

El Derecho de Enseñar el Modelo Familiar Bíblico

El concepto de familia, tal como lo presenta la Biblia, no es una simple tradición cultural ni una construcción social pasajera. Es, más bien, un diseño eterno de Dios para la humanidad, que refleja su amor, su orden y su plan redentor. Es nuestro derecho y, al mismo tiempo, nuestra responsabilidad como cristianos, enseñar y vivir este modelo, con la convicción de que es el mejor para la vida de las personas, las comunidades y, en última instancia, para la gloria de Dios.

Sin embargo, hoy nos enfrentamos a un mundo donde los valores tradicionales de la familia están siendo cuestionados y desdibujados. En España, por ejemplo, se está debatiendo una ley que diluye el concepto de familia, buscando convencernos de que «todo es familia». Pero, en realidad, lo que ocurre es que al aplicar esta ideología, el término «familia» se vacía de su verdadero significado. Es una estrategia sutil para borrar el diseño divino, creando una visión distorsionada y confusa sobre lo que realmente implica ser una familia.

La Desnaturalización de la Familia

El debate actual en la arena política refleja una preocupación legítima: estamos siendo testigos de la fragmentación y desnaturalización de la familia. Lo que antes era un pilar fundamental de la sociedad, ahora se está presentando como un concepto relativo, maleable según los intereses ideológicos del momento. Al hacerlo, se está perdiendo la oportunidad de legislar de manera efectiva para proteger y fortalecer a las familias, tal y como lo estipula nuestra Constitución.

Desde nuestra cosmovisión cristiana, entendemos que la familia es una realidad compleja. No podemos negar que en la sociedad de hoy existen diferentes tipos de familias, pero esto no implica que debamos abandonar la verdad que Dios nos ha revelado. El propósito de Dios para la familia sigue siendo el mismo: que sea un refugio de amor, apoyo y crecimiento mutuo, donde se refleje su imagen y su amor incondicional.

El Respeto y la Verdad en el Debate Social

Como cristianos, somos conscientes de la diversidad de realidades familiares que existen en nuestra sociedad. Vivimos en un contexto plural donde no todos comparten nuestra fe ni nuestros valores. Sin embargo, siguiendo el ejemplo de Jesús, no condenamos ni excluimos a quienes eligen una opción distinta a la que Dios nos ha propuesto en su Palabra. Nuestra postura es de respeto y amor hacia todos, reconociendo que cada persona tiene su propio camino y su propia lucha.

Es esencial que, como creyentes, podamos expresar nuestra visión sobre la familia con gracia, paciencia y sabiduría, tal y como nos instruye la Escritura: “Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar” (2 Timoteo 4:2, NVI). Al compartir nuestra convicción, pedimos que nuestra voz sea escuchada y respetada, sin imponerla, sino invitando a un diálogo abierto y honesto.

Un Llamado a la Acción: Vivir el Propósito de Dios

En medio de los desafíos de la sociedad actual, los cristianos estamos llamados a ser luz y sal en un mundo que busca la verdad en un mar de confusión. Como parte del cuerpo de Cristo, debemos esforzarnos por ser ejemplos vivos del propósito divino para la familia, siendo un testimonio del amor, la unidad y la fidelidad que Dios desea para cada hogar.

Nuestro compromiso con la familia no es solo una cuestión política, sino una cuestión de fe. Sabemos que cuando vivimos según los principios que Dios nos ha dado, experimentamos la bendición de su diseño perfecto para nuestras vidas. Y al vivirlo, somos llamados a compartir este mensaje con el mundo, invitando a otros a descubrir la belleza y el propósito de una familia construida sobre los cimientos de la Palabra de Dios.

El reto es grande, pero no estamos solos. El Espíritu Santo nos fortalece, y con su ayuda, podemos ser agentes de cambio, defendiendo lo que es justo, promoviendo el bienestar de nuestras familias y haciendo avanzar el reino de Dios en la tierra.

Conclusión

La familia, según el propósito de Dios, es mucho más que una institución social. Es un reflejo de su amor eterno y un vehículo para el cumplimiento de su plan redentor en la humanidad. Como cristianos, tenemos el privilegio y la responsabilidad de vivir este modelo, enseñarlo y defenderlo con valentía y amor. En un mundo que está tratando de redefinir la familia, nuestra voz debe ser clara, fiel a la verdad y llena de esperanza, guiada por el ejemplo de Jesucristo y respaldada por la autoridad de su Palabra.

Autor: Instituto INFFA

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